
Isaac Mejía. 24 de septiembre de 2024
La tarde del 9 de septiembre de 2024, se vivieron en diversos puntos de la capital sinaloense enfrentamientos armados entre las fuerzas del orden y sicarios del Cártel de Sinaloa, como resultado del conflicto entre células del cartel tras la captura de uno de sus fundadores, Ismael ‘El Mayo’ Zambada.
Aquella tarde sangrienta, la capital parecía un campo de guerra, con detonaciones de granadas de fragmentación en plazas comerciales, calles y carreteras, el estruendo de calibres .50, camiones quemados y la ciudadanía ocultándose donde podía.
Esta guerra parece interminable. Hasta el día de hoy, cuando se cumple el décimo quinto día del enfrentamiento, las cifras oficiales reportan más de 80 decesos, 32 detenciones y pérdidas económicas que afectan a comerciantes y empresarios, por aproximadamente 280 millones de dólares, debido al toque de queda y la orden del titular del Ejecutivo local de quedarse en casa.
No obstante, en medio de la guerra, el gobernador Rocha vivió su noche triste, su propio “Grito de Dolores”, que, por supuesto, no sorprendió a nadie por su vacío: la celebración careció de altura y esplendor. Por el contrario, fue silenciosa, melancólica e innecesaria. El escenario de este Grito mostraba una plancha vacía, sin gente que aplaudiera o apoyara al gobernador, ni grupo musical que amenizara el evento.
Rocha Moya estaba prácticamente solo en el tercer piso del Palacio de Gobierno del Estado. A su lado, su hija, la presidenta del DIF; el presidente del Tribunal de Justicia; la presidenta del Congreso local, así como diversos mandos de seguridad. Tenía todo lo material, menos lo indispensable: el apoyo y júbilo de la gente.
Muchos ciudadanos no compartimos los “vivas” de Rubén Rocha, exclamados desde su balcón. No puede hablar de libertad cuando tiene encerrados a sus gobernados; habla de independencia, pero su gente está doblegada al crimen organizado; proclama igualdad y amor al prójimo, pero su estado es el más violento del país.
Gobernador, no sé qué Estado está gobernando, pero en el Sinaloa que yo conozco, no hay nada que vitorear ni celebrar.
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